martes, 30 de agosto de 2016

Lavoe contra Lavoe: un tributo para el público


Por Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila


Hector, en compañía del ron.
La salsa no es un género venezolano. A pesar de sus influencias afro-latinas, algunos la consideran newyorkina, aunque por supuesto, es una creación de la diáspora caribeña (en especial portorriqueña) residente en la Gran Manzana. Quienes cuestionan esa tesis, argumentan que se trata en realidad de música afrocubana (guaracha, mambo, son o guaguancó) con un nombre más comercial , tocada por músicos no necesariamente cubanos

Pese a lo dicho en el párrafo anterior, sería injusto catalogar a la salsa como un mero plagio, o como una etiqueta atractiva y vendible que engloba a la música de Cuba. Quien escuche discos editados por sellos como Fania, a partir de los años ´60 y ´70, debe reconocer las innovaciones, tanto en la producción como en la instrumentación, incorporadas en ese tipo de ritmos desde aquel momento, incluyendo influencias de la música negra estadounidense, o el uso del trombón en lugar del saxo. Eso es la salsa.

Por si fuera poco, el género tiene un vínculo fuerte con Venezuela. Siendo un país con marcada influencia afrodescendiente, Venezuela está más unida al Caribe que con los pueblos hermanos de Surámerica. Fue aquí , en tierras de Bolívar, donde un locutor llamado Phidias Danilo Escalona le colocó nombre al género. Otro criollo, el músico Federico Betancourt, lo utilizó por primera vez para promocionar un disco. Hecha esta introducción, para justificar el artículo dentro del blog, sigamos hablando de salsa, pero también de teatro.

El monólogo de “El Cantante”


El terror de Míster Taquilla.

Una obra teatral, casi un musical, está extendiendo sus funciones luego de una exitosa temporada. Está basada en un monólogo de Edgar Borges, escritor venezolano radicado en Madrid. Se trata de Lavoe contra Lavoe: La Tragedia de El Cantante, pieza que se basa, por supuesto, en la vida del salsero portorriqueño Hector Pérez, conocido popularmente como Hector Lavoe.

Este montaje escénico, dirigido por Erika Pacheco, parece más bien un espetáculo mixto. Cuando Lavoe (es decir, Carlos Añez) tiene que hablar, habla, y cuando tiene que cantar, canta. La música y los diálogos están tan separados, que parecemos presenciar una obra de teatro y luego un concierto. Si quitamos la parte musical, la obra podría ser un monólogo, de no ser por la intervención de un personaje bastante aguafiestas: Mr. Taquilla (Alejandro Palacios) quién representa lo peor de la industria musical. Este tipo de personajes de pesadilla son interesantes, acaso contradictorios, ya que son una crítica al mundo del espectáculo desde el mundo del espectáculo. Otro personaje anecdótico aparece casi al final, aunque carece de parlamento: se trata de Yaky Macho (José Félix Armas) el "clon" de Lavoe.

"Mira lo que logré papá: la fama"

Carlos Añez hace una interpretación convincente al representar a Lavoe. Su acento portorriqueño, con su “cantaíto” caribeño y sus anglicismos suena bastante convincente. Lo mismo se puede decir de Alejandro Palacios al representar a su personaje ficticio. Ninguno de estos artistas histriónicos proviene de la isla, pero logran hacernos dudar de su verdadera nacionalidad.

La obra se sitúa en los últimos días del conocido cantante boricua, quién, desde la soledad de una habitación, comienza a hablar de su vida con los espectadores. Muchos de los hechos narrados se basan en la realidad, aunque son contados de manera fabulada. Uno de los sucesos relacionados en la ficción con el Madison Square Garden, por ejemplo, corresponde en la vida real a un concierto (suspendido) en Puerto Rico a finales de los ´80.


La cabilla suena en vivo
Luego de un momento no muy largo, la pieza deja de ser una muestra de talento actoral, y se convierte en una muestra de talento musical. Carlos Añez demuestra entonces que no sólo tiene cualidades histriónicas, sino que posee las cualidades vocales de un buen sonero. Su canto es acompañado por una orquesta de siete músicos, bastante duchos en la ejecución de sus instrumentos, quiénes interpretan continúamente piezas emblemáticas en la carrera de “la voz” de Borinquen. Se entiende que la obra es una reinterpretación, pero sería interesante, por ejemplo, aplicar un vestuario a los músicos acorde a la década de los ´70.

Tanto en la parte actoral como en la musical hay interacción con el público. Temas como Periódico de Ayer, Todo tiene su final, Te conozco, Linda o Mi Gente son interpretados por Carlos, en su papel de Lavoe, pese a no ser idéntico físicamente, parece una proyección holográfica de “El Cantante”. De cierta manera hay algo de happening o performance, una improvisación musical y actoral que quizás rompe un poco con el libreto original de Edgar Borges, y convierte a cada representación en una obra única.

Un artista entregado a los fans.
Luego de dos horas de música e historia, concluímos que ha valido la pena presenciar el espectáculo. Ha sido similar a una noche en “El Maní” (conocido local salsófilo caraqueño) aunque, lamentablemente, se echa de menos la compañía de un buen trago. Cuando el público (ese que tanto amaba Lavoe en la vida real) hace su ovación de pie, hace rato que ya no ocupa sus asientos. Si hubo algún homenaje en la obra no es para Hector "El Cantante", sino para el público que tanto amó.

Más sobre la obra

Edgar Borges, el autor de la obra, es un escritor y periodista con varios reconocimientos, siendo quizá el más importante el primer lugar del Premio Internacional de Novela Albert Camus. Fuera de la novela y el teatro tiene otras publicaciones relacionadas con la salsa. Una de las más notorias es Vínculos, Apuntes con Rubén Blades donde aparecen correos intercambiados con el cantautor panameño.

La pieza Lavoe contra Lavoe, la tragedia de El Cantante estará presentándose en el Centro Cultural B.O.D. (La Castellana) los días viernes, hasta el día 9 de Septiembre. Próximamente será escenificada en otros estados del país, como Yaracuy y Carabobo. Se espera además mostrar el espectáculo internacionalmente.


Un abrazo pa´l público, mi gente...


viernes, 19 de agosto de 2016

Llanero Eléctrico. En Vivo. Sábado 20 de Agosto. 7pm

Hoy a las 7pm se presenta Germain, mejor conocido como El Llanero Eléctrico. Será en el Centro Cultural Parque Central (Café Sur 21), en el Marco del 4to Mercadito de Diseño al Parque.  La presentación de El Llanero servirá par clausurar el evento, ya que este está pautado para terminar a las 8 de la noche. El local está entre las dos torres de Parque Central (Caracas,ojo), Nivel Urdaneta.



miércoles, 17 de agosto de 2016

Yvas las Vegass. Entrevista en ´El Otro Rock´ Hoy a las 8pm



El programa radial El Otro Rock, transmitido a través del website Equilibrio.net, transmitirá hoy 17 de Agosto, a las 8pm (hora venezolana) una entrevista a la cantautora venezolana Yva las Vegass, residenciada actualmente en la ciudad de Nueva York.

Con más de 3 décadas de residencia en Norteamérica, con incursiones en géneros como el punk-rock, el grunge y la world music, Yva actualmente cultiva su partícular visión de la música popular venezolana, formando parte del staff de artistas del sello Moniker Records, ubicado en la ciudad de Chicago.

Es recordada por muchos por participar en la agrupación de rock alternativo Sweet 75, junto a Kris Novoselic, de Nirvana, en la cual aportó influencias musicales propias de su país, además de ser compositora de la mayoría de los temas. Su álbum solista de 2012, I was born in a place of sunshine and the smell of ripe mangoes, fue bien recibido por los medios alternativos estadounidense, hasta el punto de ser considerado uno de los mejores de ese año, según emisoras como NPR.

Para escuchar la entrevista, basta con hacer click en el siguiente enlace. Recuerden sintonizarla en horario venezolano.

sábado, 13 de agosto de 2016

De tambores rockeros y cuatros distorsionados (algo así como un resumen semanal)

¿Qué nos viene a la mente cuando hablamos de fusión con música étnica? Generalmente pensamos en estilos como el jazz latino o quizás música electrónica estilo chill out. Pero rara vez pensamos en el rock.

El rock es producto de la fusión. Nació en los años ´50 (o tal vez antes) cuando se mezclaron estilos como blues y la música country. Hereda elementos de la música popular europea y africana. A partir de los años ´60, con la llegada de la onda psicodélica, incorporó influencias más exóticas. The Beatles, por ejemplo, agregó a su propuesta elementos musicales de la India. Pero además, Carlos Santana también experimentó con la música afro-cubana. Miles Davis, quien había participado en revoluciones jazzísticas como el be bop y el cool jazz, encendió la mecha del jazz-rock. El rock progresivo de los ´70 abrió más caminos a la experimentación, y en Venezuela tuvimos a un Fernando Yvosky y a un Vytas Brenner que le dieron sonoridad criolla al género.

Pero el rock-fusión no es patrimonio exclusivo de hippies o rockeros progresivos. Tampoco es algo que sólo se atreven a hacer músicos de ska y reggae como Desorden Público y Fabulosos Cadillacs. Existen músicos de estilos más estridentes como el rock alternativo y el rock pesado que también se acercan a la música afrocaribeña ¿y por qué no? venezolana.

En los años ´90 tuvimos experimentos aislados como el hardcore metalero y salsoso de Laberinto o el grunge con elementos criollos de Sweet 75, proyecto que unió a la venezolana Yva las Vegass con Krist Novoselic, ex-bajista de Nirvana. Más allá de las versiones nefastas hechas hace casi 10 años por bandas oportunistas que querían sonar ajuro en la radio por medio de la ley RESORTE, hay agrupaciones venezolanas actuales que están experimentando con el rock más estridente y los sonidos más autóctonos.

Esta semana les tenemos tres ejemplos muy bueno que representan la actualidad de la fusión en Venezuela. En primer lugar Mirada Interna, una curiosa agrupación del estado Mérida cuyo sonido está más cerca de la costa que del páramo. El ritmo de los tambores afrovenezolanos se mezcla con guitarras distorsionadas, aunque también algo de jazz y electrónica. Puedes leer y escuchar sobre ellos en el siguiente enlace.


Pero además, hicimos una reseña del recital más reciente de Germain, "El Llanero Eléctrico", quién reinterpreta clásicos del rock, como Radiohead o The Doors, con la ayuda de su cuatro eléctrico.

Otro que tiene tiempo tocando y aparece en nuestro blog es Abraham Sarache, radicado actualmente en Holanda. Tiene más de 10 años experimentando con el cuatro eléctrico, procesando su sonido gracias a la tecnología, y haciendo que suene con la potencia de una guitarra rockera. Su álbum debut como solista suena, de hecho, bastante pesado, y puedes leer sobre él aquí.

Pero quizás palabras como  "rock", "jazz",  "fusión" y "metal" no son más que etiquetas para encasillar cualquier cosa. Al menos así lo ve Armando González, de la agrupación Los Tercios. Puedes leer su artículo de opinión publicado en nuestro blog.

Como siempre, te recordamos que puedes colaborar con cualquier tipo de material sonoro o escrito, siempre y cuando se relacione con la fusión venezolana.

viernes, 12 de agosto de 2016

Abraham Sarache: "La siembra" del cuatro eléctrico.

Reseña de The Gardener, álbum debut de este músico venezolano.


La diáspora venezolana sigue dando de que hablar. Más allá de cualquier situación política o económica, hemos exportado, desde hace décadas, unos cuántos músicos, incluyendo combos completos. Se encuentran diseminados, principalmente, en Norteamérica y Europa. Lo más interesante es que están llevando algo del sonido latinoamericano, e incluso, venezolano, a territorios donde sabemos predomina lo anglosajón.

Uno de esos músicos es el cuatrista Abraham Sarache, quién ha vivido desde hace 14 años en países como España, Alemania, Reino Unido y actualmente Holanda. Desconectado de la movida venezolana, y desconocido en su país tanto por el público rockero como por aquéllos seguidores de la música tradicional, Sarache se ha concentrado desde en trabajar su propuesta. En su proyecto predomina el cuatro venezolano, aunque su uso no sea demasiado evidente. 

A primera escucha, el álbum The Gardener no suena a fusión venezolana ni a folk-rock. Lo más notable son las influencias del rock progresivo moderno y el metal alternativo. Advertimos de vez en cuando que hay uno que otro sonido folklórico, y coqueteos con la rítmica 6/8, pero predomina la electricidad y la distorsión. Mas sucede que este disco no tiene ni una sola guitarra. Se trata de un cuatro eléctrico con sonidos manipulados. El público europeo lo ha recibido bien, y se sorprende al saber que lo que escuchan en el disco no es una Stratocaster o una Fender, sino un instrumento folklórico con cables.



Sarache no es el primero en hacer ese tipo de experimentos. Grandes cuatristas venezolanos ya tienen por lo menos una década utilizando la versión eléctrica del instrumento, aunque ejecutandolo de forma limpia, sin efectos tecnológicos. Otros como Edward Ramírez han ido más allá, tocando joropo tuyero de forma “psicodélica”. No podemos obviar tampoco a Los Últimos Indocumentados, con el fallecido Jo Semi, quienes hacían una música grunge con ayuda de un cuatro distorsionado, o a El Llanero Eléctrico, quién sin embargo tiene un estilo, digamos, menos anglosajón.


Se trata de un disco de rock muy bien producido, con gancho. Quienes esperen escuchar algo parecido a Vytas Brenner o a Compasses seguramente se decepcionarán, pues, predominan las letras en inglés y no escucharán el típico cuatro acústico charrasqueado. Mejor escucharlo como lo que es. Un disco de metal progresivo que incorpora un instrumento ajeno al género y le otorga un rol estelar. 

domingo, 7 de agosto de 2016

Tambores rockeros suenan con "Ciega Fuerza"

La agrupación merideña Mirada Interna continúa promocionando su primer álbum titulado Ciega Fuerza, un trabajo enmarcado dentro de la fusión venezolana. El disco, catalogado por sus miembros como rock afrovenezolano, contiene también influencias como el jazz y la música electrónica, predominando la fuerza del tambor y la poderosa energía del rock.

El álbum es de carácter conceptual, y narra, a través de la música y los efectos sonoros,  la historia de un personaje, el cual viaja a través de sus sueños para llegar a su subconsciente, en donde estarán ocultos sus más profundos instintos y temores. 

 El estreno del álbum Ciega Fuerza se llevó a cabo los días 13 y 14 de mayo de 2016 en el teatro César Rengifo de la ciudad de Mérida. Los conciertos estuvieron enmarcados dentro del concepto de concierto – película, acompañando la música en vivo con la proyección de cortometrajes, enmarcados en su mayoría en locaciones naturales y también urbanas del estado Mérida. Los conciertos fueron registrados, y actualmente la banda trabaja en la edición de un DVD en donde estarán integrados los cortometrajes y la música en vivo.

 En el siguiente enlace puedes descargar el tema promocional, cuyo título es el mismo del primer álbum de la banda. También puedes oir esta placa discográfica a través de soundcloud.

viernes, 5 de agosto de 2016

Opinión: Géneros y Etiquetas

Por Armando González (Los Tercios)



#Pop&Rock
Desde mediados del siglo pasado la moda entre los artistas contraculturales o de vanguardia o de fusión era conjurar las etiquetas como a cadenas opresoras. La frase acuñada era “mi trabajo no se puede etiquetar…” o “soy un artista que desafía las convenciones, a los que tratan de etiquetarme y limitarme yo les digo que…” y cosas por el estilo. Súbitamente, internet mediante, las etiquetas obtuvieron el abolengo del hashtag anglosajón y ahora todos (artistas o no) corren a por la suya, se la ponen en la cabeza y se fotografían orgullosos. De golpe y porrazo ya no queremos ser irrepetibles, reclamamos nuestra etiqueta. ¿Qué pasó?

A veces creemos que como es ahora ha sido siempre, que Pedro Picapiedra era obrero del neolítico y compraba comida rápida. Yo personalmente creo que no siempre la música ha tenido géneros. Lo que sí ha sido una constante histórica es que los humanos tienen distintos estados de ánimo. Las culturas se inventan palabras y actividades para estos estados de ánimo, así, más o menos, supongo yo, en cierta cultura, cierto tiempo, cierto lugar, las gentes, cuando se sentían festivas o tenían motivos para festejar, reunían aguardiente, comida, techo y música, comenzaban a reír, beber, bailar y cantar, y a eso le llamaron joropo. “¡Póngase las alpargatas que lo que viene es joropo!” es una frase muy fuerte como para referirse solamente a unas melodías, esto apunta más bien a una noche épica, como lo tiene que ser, en sentido cabal, una noche de joropo.


#Música
Hablando de música, hubo un tiempo en que existían unos lugares conocidos como disco-tiendas. En esa época la música venía en una plaquitas sintéticas circulares que llamaban discos y eran compradas allí. En los estantes se apilaba la mercancía y uno se ubicaba en el local siguiendo unos cartelitos que ponían con los nombres de los “géneros”. Eran estos unas etiquetas (vaya coincidencia) que rezaban: “rock”, “salsa”, “merengue”, “jazz” y así. Eso, a nivel semántico, funcionaba muy bien con Amanda Miguel, con Porfi Jiménez o con cualquier intérprete cuyas canciones se parecieran lo suficiente entre sí. También funcionaba muy bien fuera de la disco-tienda, y así los habían que decían que eran punks, otros que decían que eran metaleros y otros que decían que eran salseros y así. Era como si el mundo tuviera cierto orden divino ejecutado en base a los planes de las disco-tiendas ¡qué maravilla! pero no, o no del todo.

La música construye y expresa estados de ánimo. La cultura y los individuos expresan esos estados de ánimo de maneras cada vez más complejas a través de productos culturales. El caso de la música es especial porque sus productos culturales están asociados a ritos sociales: hay tambores de Naiguatá para terminar la fiesta de matrimonio y hubo marcha nupcial para iniciarla, hay mariachis para el día de la madre y rancheras o boleros para la resaca de ese licor llamado amor. Así las cosas, las distintas músicas pudieran ser etiquetas de distintos estados de ánimo. Estoy seguro que cualquiera me entendería si le digo “hoy me siento como una canción de Chavela Vargas” ¡pobrecito!

#AtardecerLlanero
Desde que se puede vender música, así, industrialmente, se venden también estados de ánimo. “No vendas zapatos. Vende pies bonitos” es la vieja conseja de los publicistas. Hay que decir que los estados de ánimo no son puros ni universales, sino que se sostienen en el marco general de referencias éticas y estéticas que manejan los individuos, y los individuos se agrupan, forman vínculos y, al compartir sus estados de ánimo, crean convenciones sobre qué y cómo sentir, y muy especialmente, cómo expresar lo sentido. De tal manera que si quieres vender estados de ánimo tienes que acudir a los espacios donde se desarrollan sus ritos sociales y allí los vendes a grupos ya establecidos a los que puedes abordar con ciertas convenciones, o si eres muy poderoso o empecinado o carismático, configuras directamente esos grupos, les das un lugar y les dictas una sensibilidad que estén dispuestos a suscribir. Para dirigirte a esos grupos necesitas etiquetas que los distingan de otros. Y en todo caso necesitas comunidades. Gente con cosas en común.


En algún momento, no sé cómo exactamente, las etiquetas tomaron el control. Propongo na mesa de tres patas: por un lado parecen mayormente desarticuladas las redes de espacios cotidianos para la realización de ese rito social que es la música en vivo (cuyo peso en el imaginario ha disminiudo), por otro vemos que canales tradicionales para la formación de tejido socio-musical (como la radio) están apostando por sostenerse por la pura prosa, con un uso meramente comercial o incidental de lo musical, y finalmente esa naturaleza propia de la internet que pareciera una página de Excel matriushka fractal, en la que las cajitas tienen nombres y rutas y otras cajitas y es muy fácil encontrar y muy fácil perderse.


#Gaitazo

Para colmo de males las disco-tiendas hace tiempo que no existen, las disqueras se desmaterializaron, sin aviso desaparecieron esos monstruos que nos querían etiquetar, como a vacas marcadas y así quedamos cimarrones todos los músicos a la buena de Dios el en la sabana infinita de la internet. Lo que no cambia es que los músicos siempre necesitan público, necesitan comunidad, y la comunidad necesita constantemente nueva música que se adecúe a la cambiante sensibilidad de su ánimo y su identidad. Necesitan crear sus propios cumbes. Así las cosas el poder de convocatoria recayó cada vez más en las etiquetas. Hay un concierto de #Punk, hay un #gaitazo, hay un #templetedesalsa, ven a la matiné de #raptorhause, etc.

Las etiquetas quedaron como lugares virtuales y vagabundos, por ahí, buscando recolectar música y gente para reunirlos en el momento sagrado del placer estético. Las crean los músicos, los oyentes, las acuñan siempre cuidando que tengan su mascarita de # para que se las pueda reconocer entre la multitud de las palabras. Algunas son #joropunk o #jororock o #tuyerock y otras tantas. Las etiquetas nos reúnen, pero ¿qué significan? ¿cuál es el alcance de su validez? ¿a qué apuntan exactamente? Veo venir más páginas persiguiendo a estas preguntas, pisándoles los talones.

Si quieres colaborar también con reportajes, reseñas, escritos y opiniones, envíalas a reyzamurocolectivo@gmail.com


lunes, 1 de agosto de 2016

Llanero Eléctrico: nunca es tarde para un buen joropo.(Museo Afroamericano,31/07/2016)


foto: Mérida Marquina.

Son las 12 del mediodía. Un público bastante variopinto, aunque por lo general adulto, se encuentra desde hace una hora esperando el comienzo del espectáculo. Una audiencia que no conoce a Germain Coronado (El Llanero Eléctrico) ni a Toberías, la agrupación que lo dio a conocer hace ocho años en aquel festival que casi ganan, el Nuevas Bandas 2008. La gente ha venido en su mayoría por curiosidad. Aun no saben como suena un joropo con electricidad.

Germain Coronado tiene tiempo desarrollando, en paralelo, otras inquietudes distintas a las de su agrupación original. Conserva algunos planteamientos similares a los de Toberías, como la re-interpretación de clásicos rockeros a ritmo de 6/8 y con letras más coloquiales. No obstante, la propuesta de El Llanero Eléctrico es más sencilla en cuánto instrumentación, le permite presentarse en formato power trío (cambiando la guitarra por su cuatro eléctrico) e incluso, como un trovador solitario y acústico.

En “El Llanero Eléctrico” hay además hay espacio para cosas más serias. Si bien, se promociona como una mezcla de concierto con stand-up comedy, también hay lugar para letras melancólicas y hasta de crítica social. Como power trío se puede decir que es algo así como una “super banda del underground venezolano”, pues, quienes acompañan a Germain son el baterista del grupo maracayero Skamorfosis y el bajista de la banda Petra de Pangea.

Poco después del mediodía llega , por fin, Germain al pequeño escenario, es decir una de las salas del Museo Afroamericano de Caracas. Mientras conecta sus equipos conversa con el público, contando de forma jocosa los problemas que tuvo para conseguir un micrófono. La gente se está riendo, ya siente que el espectáculo empezó aunque no haya sonado la primera canción.  El hielo se ha roto y queda la sensación de que la espera no ha sido en vano.

Durante más de una hora se escuchan acordes no sólo de joropo-eléctrico, sino también algo de electro-cumbia, funk y hard-rock ejecutados con ayuda del cuatro. La ausencia de arpa, propia del joropo tuyero, es compensada con la técnica del cuatro punteado, creando un efecto sonoro similar. Alguien ha repartido algo de cocuy entre los asistentes, lo cual anima a la gente junto con la música. Todos quieren bailar, pero quizás tienen miedo, al ser caraqueños, de no hacerlo tan bién como la gente del Llano o los Valles del Tuy. De todas maneras, la audiencia se anima a acompañar la música con aplausos y cantos.

La mayoría del repertorio está compuesto por covers muy personales. All Apollogies de Nirvana contiene una letra que habla sobre el exilio de los venezolanos, y se aleja del tono chistoso del repertorio. Eleonor Rigby, de The Beatles,es reinventada a 6/8, y suena un poco a Onda Nueva. Riders on the Storn, de The Doors, suena en plan electro-cumbia. Dani California de los Red Hot es fiel en estructura a la original. Las letras por supuesto han sido modificadas, hablan de temas como el desamor, la cotidianidad o la situación del país. Otro par de temas de cosecha propia, que ya formaban parte de Toberías, hacen reir a los asistentes. No hay luces, no hay video-arte, pero el histrionismo de Coronado y sus “zapateos” joroperos son suficientes para atraer la atención del público.

Luego de casi hora y media nadie desea marcharse. La agrupación (o proyecto solista) de Coronado se despide, pero el público quiere oir más música. Cierran con una versión de Black Dog de Led Zeppellin, que sirve de excusa para recitar una copla. Ante la insistencia, deben tocar un joropo "trancao", con improvisación incluida, y unos cuántos se animan por fin a mover el esqueleto.Una puesta en escena sencilla y un escenario modesto son suficientes para impresionar a la audiencia. 

Una década después de la ley “RESORTE”sigue existiendo un público abierto a escuchar nuevas propuestas, específicamente relacionadas con fusión venezolana, las cuales no ha tenido oportunidad de conocerl Independientemente del escenario, sea el Aula Magna de la UCV o la sala de un museo, este tipo de eventos cumplen con propagar, 11 años después, una forma alternativa de música criolla que aun lucha por masificarse. Eventos como estos, donde existe un público sin prejuicios demuestran que el joropo eléctrico (o electro-joropo) sigue siendo el futuro de nuestra música.