Por Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila
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Hector, en compañía del ron. |
La
salsa no es un género venezolano. A pesar de sus influencias
afro-latinas, algunos la consideran newyorkina, aunque por supuesto,
es una creación de la diáspora caribeña (en especial
portorriqueña) residente en la Gran Manzana. Quienes cuestionan esa
tesis, argumentan que se trata en realidad de música afrocubana
(guaracha, mambo, son o guaguancó) con un nombre más comercial , tocada
por músicos no necesariamente cubanos
Pese
a lo dicho en el párrafo anterior, sería injusto catalogar a la
salsa como un mero plagio, o como una etiqueta atractiva y vendible
que engloba a la música de Cuba. Quien escuche discos editados por
sellos como Fania, a partir de los años ´60 y ´70, debe reconocer
las innovaciones, tanto en la producción como en la instrumentación,
incorporadas en ese tipo de ritmos desde aquel momento, incluyendo
influencias de la música negra estadounidense, o el uso del trombón
en lugar del saxo. Eso es la salsa.
Por
si fuera poco, el género tiene un vínculo fuerte con Venezuela.
Siendo un país con marcada influencia afrodescendiente, Venezuela
está más unida al Caribe que con los pueblos hermanos de
Surámerica. Fue aquí , en tierras de Bolívar, donde un locutor
llamado Phidias Danilo Escalona le colocó nombre al género. Otro
criollo, el músico Federico Betancourt, lo utilizó por primera vez
para promocionar un disco. Hecha esta introducción, para justificar
el artículo dentro del blog, sigamos hablando de salsa, pero también
de teatro.
El
monólogo de “El Cantante”
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El terror de Míster Taquilla. |
Una obra teatral, casi un musical,
está extendiendo sus funciones luego de una exitosa temporada. Está
basada en un monólogo de Edgar Borges, escritor venezolano radicado
en Madrid. Se trata de Lavoe contra Lavoe: La Tragedia de El
Cantante, pieza que se basa, por supuesto, en la vida del salsero
portorriqueño Hector Pérez, conocido popularmente como Hector
Lavoe.
Este montaje escénico, dirigido por
Erika Pacheco, parece más bien un espetáculo mixto. Cuando Lavoe
(es decir, Carlos Añez) tiene que hablar, habla, y cuando tiene que
cantar, canta. La música y los diálogos están tan separados, que
parecemos presenciar una obra de teatro y luego un concierto. Si
quitamos la parte musical, la obra podría ser un monólogo, de no
ser por la intervención de un personaje bastante aguafiestas: Mr.
Taquilla (Alejandro Palacios) quién representa lo peor de la industria
musical. Este tipo de personajes de pesadilla son interesantes, acaso
contradictorios, ya que son una crítica al mundo del espectáculo
desde el mundo del espectáculo. Otro personaje anecdótico aparece casi al final, aunque carece de parlamento: se trata de Yaky Macho (José Félix Armas) el "clon" de Lavoe.
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"Mira lo que logré papá: la fama" |
Carlos Añez hace una interpretación
convincente al representar a Lavoe. Su acento portorriqueño, con su
“cantaíto” caribeño y sus anglicismos suena bastante
convincente. Lo mismo se puede decir de Alejandro Palacios al representar a
su personaje ficticio. Ninguno de estos artistas histriónicos
proviene de la isla, pero logran hacernos dudar de su verdadera
nacionalidad.
La obra se sitúa en los últimos días
del conocido cantante boricua, quién, desde la soledad de una
habitación, comienza a hablar de su vida con los espectadores.
Muchos de los hechos narrados se basan en la realidad, aunque son
contados de manera fabulada. Uno de los sucesos relacionados en la
ficción con el Madison Square Garden, por ejemplo, corresponde en la
vida real a un concierto (suspendido) en Puerto Rico a finales de los
´80.
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La cabilla suena en vivo |
Luego de un momento no muy largo, la
pieza deja de ser una muestra de talento actoral, y se convierte en
una muestra de talento musical. Carlos Añez demuestra entonces que
no sólo tiene cualidades histriónicas, sino que posee las
cualidades vocales de un buen sonero. Su canto es acompañado por una
orquesta de siete músicos, bastante duchos en la ejecución de sus
instrumentos, quiénes interpretan continúamente piezas emblemáticas
en la carrera de “la voz” de Borinquen. Se entiende que la obra
es una reinterpretación, pero sería interesante, por ejemplo,
aplicar un vestuario a los músicos acorde a la década de los ´70.
Tanto en la parte actoral como en la
musical hay interacción con el público. Temas como Periódico de
Ayer, Todo tiene su final, Te conozco, Linda o Mi Gente son
interpretados por Carlos, en su papel de Lavoe, pese a no ser
idéntico físicamente, parece una proyección holográfica de “El
Cantante”. De cierta manera hay algo de happening o performance,
una improvisación musical y actoral que quizás rompe un poco con el
libreto original de Edgar Borges, y convierte a cada representación
en una obra única.
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Un artista entregado a los fans. |
Luego de dos horas de música e
historia, concluímos que ha valido la pena presenciar el
espectáculo. Ha sido similar a una noche en “El Maní” (conocido
local salsófilo caraqueño) aunque, lamentablemente, se echa de
menos la compañía de un buen trago. Cuando el público (ese que
tanto amaba Lavoe en la vida real) hace su ovación de pie, hace rato
que ya no ocupa sus asientos. Si hubo algún homenaje en la obra no es para Hector "El Cantante", sino para el público que tanto amó.
Más
sobre la obra
Edgar Borges, el autor de la obra, es
un escritor y periodista con varios reconocimientos, siendo quizá el
más importante el primer lugar del Premio Internacional de Novela
Albert Camus. Fuera de la novela y el teatro tiene otras
publicaciones relacionadas con la salsa. Una de las más notorias es
Vínculos, Apuntes con Rubén Blades donde
aparecen correos intercambiados con el cantautor panameño.
La
pieza Lavoe contra Lavoe, la tragedia de El Cantante estará
presentándose en el Centro Cultural B.O.D. (La Castellana) los días
viernes, hasta el día 9 de Septiembre. Próximamente será
escenificada en otros estados del país, como Yaracuy y Carabobo. Se
espera además mostrar el espectáculo internacionalmente.
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Un abrazo pa´l público, mi gente... |