Por Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila
¿Son
Los Tercios una banda de rock? Instrumentalmente no lo son. No hay
sonidos eléctricos, ni tambores de batería retumbando con sus
decibelios. Pero en cambio, hay una rebeldía, casi sacrílega, que
se supone buscamos en las mejores agrupaciones del género. En
contraposición, tenemos bandas que usan guitarra, bajo y batería,
pero son de lo más inofensivas.
Los
Tercios tienen la conformación típica de ciertos ensambles
académicos experimentales, pero no son los auditorios, sino la
calle, su espacio habitual. Pese a tener un esquema de contrabajo,
cuatro y flauta, cuentan también con una voz en ocasiones metalera y
unas letras jocosas, pero bastante ácidas.
A sus influencias folklóricas hay que agregar sus experimentos con estilos como el funk o el rock alternativo, sin necesidad de agregar instrumentos como la guitarra eléctrica. El cuatro acompañante, ejecutado por Alexis Silvera, es más que suficiente para esos menesteres.
Durante
su presentación en el Teatro FEC de Parque Central (Caracas) Los
Tercios mostraron un espectáculo lleno de elementos conocidos por
todos, como la música folklórica, pero con un enfoque diferente. Su
virtuosismo es envidiable, digno de una orquesta sinfónica, pero a
ellos les sale mejor la improvisación que la rigidez de las
partituras. Tienen mucho respeto por géneros folklóricos como el
joropo o el golpe larense, pero asumen sus orígenes caraqueños, no
pretenden ser de otra parte.
No
obstante, todos esos elementos se pueden percibir con tan sólo
escuchar los mp3 de esta agrupación, así como visualizando sus
videos en youtube. Hay un elemento adicional, que es el elemento
teatral. Todos los miembros son partícipes de una comedia en la cual
brilla el humor nihilista. Es en ese tipo de humor, inspirado en
hechos sociales como la devaluación o las catástrofes ambientales,
pero sin intención alguna de adoctrinar, donde entra el elemento
“punk”.
La
puesta en escena de Los Tercios no requiere de más recursos que la
presencia de los músicos y sus instrumentos. La flauta de Moisés
Galué, se convierte, repentinamente, en el manubrio de una
motocicleta o en la escopeta de un lancero paecista el cual nos
recuerda, musicalmente, y adrede, a la canción “The Trooper” de
Iron Maiden. Si la canción trata sobre la devaluación, los billetes
de 2 bs caen como lluvia.
Cabe
destacar que para este evento Los Tercios tocó totalmente
desenchufado, no sólo por usar instrumentos acústicos, sino porque
no usaron micrófonos ni ningún dispositivo para amplificar el
sonido. Es posible que el auditorio se haya adaptado, por su
resonancia y tamaño, a este tipo de presentación. De todas maneras,
tienen el aval de haber hecho improvisadas sesiones callejeras
mostrando su trabajo incluso en las busetas de la capital.
En
una escena donde abunda el desfasado indie-rock, y donde lo mejor de
la fusión suele estar dirigido a un público poco masivo, Los
Tercios se muestran como exponentes de una música venezolana
alternativa que quizás, por fin, comienza a surgir.
El
joropunk también se come con casabe
Armando
González contrabajista de Los Tercios, presentó previamente su
proyecto paralelo Los Naiboa, con la cantante, actriz y cuatrista
Eckaterina Guerra. En esta propuesta se maneja también el uso de recursos teatrales, pero eso sí, con menos orientación a la comicidad, y con predominio
de lo actoral sobre lo musical.
Las
composiciones de Los Naiboa, con líricas más existenciales, también
muestran una nueva visión de la música venezolana. Pese a la
utilización de compases propios de ritmos como el joropo, las
melodías y las estructuras musicales provienen, sin duda, de la
música rock. La guitarra de Armando se adapta al género, pero
incorporando técnicas y escalas propias de estilos como el blues.
La
propuesta de Los Naiboa es tan prometedora como Los Tercios, con sus
diferencias, conserva ese espíritu renovador de la música
venezolana, aunque sería interesante escucharlos con más
instrumentos.
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