martes, 30 de agosto de 2016

Lavoe contra Lavoe: un tributo para el público


Por Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila


Hector, en compañía del ron.
La salsa no es un género venezolano. A pesar de sus influencias afro-latinas, algunos la consideran newyorkina, aunque por supuesto, es una creación de la diáspora caribeña (en especial portorriqueña) residente en la Gran Manzana. Quienes cuestionan esa tesis, argumentan que se trata en realidad de música afrocubana (guaracha, mambo, son o guaguancó) con un nombre más comercial , tocada por músicos no necesariamente cubanos

Pese a lo dicho en el párrafo anterior, sería injusto catalogar a la salsa como un mero plagio, o como una etiqueta atractiva y vendible que engloba a la música de Cuba. Quien escuche discos editados por sellos como Fania, a partir de los años ´60 y ´70, debe reconocer las innovaciones, tanto en la producción como en la instrumentación, incorporadas en ese tipo de ritmos desde aquel momento, incluyendo influencias de la música negra estadounidense, o el uso del trombón en lugar del saxo. Eso es la salsa.

Por si fuera poco, el género tiene un vínculo fuerte con Venezuela. Siendo un país con marcada influencia afrodescendiente, Venezuela está más unida al Caribe que con los pueblos hermanos de Surámerica. Fue aquí , en tierras de Bolívar, donde un locutor llamado Phidias Danilo Escalona le colocó nombre al género. Otro criollo, el músico Federico Betancourt, lo utilizó por primera vez para promocionar un disco. Hecha esta introducción, para justificar el artículo dentro del blog, sigamos hablando de salsa, pero también de teatro.

El monólogo de “El Cantante”


El terror de Míster Taquilla.

Una obra teatral, casi un musical, está extendiendo sus funciones luego de una exitosa temporada. Está basada en un monólogo de Edgar Borges, escritor venezolano radicado en Madrid. Se trata de Lavoe contra Lavoe: La Tragedia de El Cantante, pieza que se basa, por supuesto, en la vida del salsero portorriqueño Hector Pérez, conocido popularmente como Hector Lavoe.

Este montaje escénico, dirigido por Erika Pacheco, parece más bien un espetáculo mixto. Cuando Lavoe (es decir, Carlos Añez) tiene que hablar, habla, y cuando tiene que cantar, canta. La música y los diálogos están tan separados, que parecemos presenciar una obra de teatro y luego un concierto. Si quitamos la parte musical, la obra podría ser un monólogo, de no ser por la intervención de un personaje bastante aguafiestas: Mr. Taquilla (Alejandro Palacios) quién representa lo peor de la industria musical. Este tipo de personajes de pesadilla son interesantes, acaso contradictorios, ya que son una crítica al mundo del espectáculo desde el mundo del espectáculo. Otro personaje anecdótico aparece casi al final, aunque carece de parlamento: se trata de Yaky Macho (José Félix Armas) el "clon" de Lavoe.

"Mira lo que logré papá: la fama"

Carlos Añez hace una interpretación convincente al representar a Lavoe. Su acento portorriqueño, con su “cantaíto” caribeño y sus anglicismos suena bastante convincente. Lo mismo se puede decir de Alejandro Palacios al representar a su personaje ficticio. Ninguno de estos artistas histriónicos proviene de la isla, pero logran hacernos dudar de su verdadera nacionalidad.

La obra se sitúa en los últimos días del conocido cantante boricua, quién, desde la soledad de una habitación, comienza a hablar de su vida con los espectadores. Muchos de los hechos narrados se basan en la realidad, aunque son contados de manera fabulada. Uno de los sucesos relacionados en la ficción con el Madison Square Garden, por ejemplo, corresponde en la vida real a un concierto (suspendido) en Puerto Rico a finales de los ´80.


La cabilla suena en vivo
Luego de un momento no muy largo, la pieza deja de ser una muestra de talento actoral, y se convierte en una muestra de talento musical. Carlos Añez demuestra entonces que no sólo tiene cualidades histriónicas, sino que posee las cualidades vocales de un buen sonero. Su canto es acompañado por una orquesta de siete músicos, bastante duchos en la ejecución de sus instrumentos, quiénes interpretan continúamente piezas emblemáticas en la carrera de “la voz” de Borinquen. Se entiende que la obra es una reinterpretación, pero sería interesante, por ejemplo, aplicar un vestuario a los músicos acorde a la década de los ´70.

Tanto en la parte actoral como en la musical hay interacción con el público. Temas como Periódico de Ayer, Todo tiene su final, Te conozco, Linda o Mi Gente son interpretados por Carlos, en su papel de Lavoe, pese a no ser idéntico físicamente, parece una proyección holográfica de “El Cantante”. De cierta manera hay algo de happening o performance, una improvisación musical y actoral que quizás rompe un poco con el libreto original de Edgar Borges, y convierte a cada representación en una obra única.

Un artista entregado a los fans.
Luego de dos horas de música e historia, concluímos que ha valido la pena presenciar el espectáculo. Ha sido similar a una noche en “El Maní” (conocido local salsófilo caraqueño) aunque, lamentablemente, se echa de menos la compañía de un buen trago. Cuando el público (ese que tanto amaba Lavoe en la vida real) hace su ovación de pie, hace rato que ya no ocupa sus asientos. Si hubo algún homenaje en la obra no es para Hector "El Cantante", sino para el público que tanto amó.

Más sobre la obra

Edgar Borges, el autor de la obra, es un escritor y periodista con varios reconocimientos, siendo quizá el más importante el primer lugar del Premio Internacional de Novela Albert Camus. Fuera de la novela y el teatro tiene otras publicaciones relacionadas con la salsa. Una de las más notorias es Vínculos, Apuntes con Rubén Blades donde aparecen correos intercambiados con el cantautor panameño.

La pieza Lavoe contra Lavoe, la tragedia de El Cantante estará presentándose en el Centro Cultural B.O.D. (La Castellana) los días viernes, hasta el día 9 de Septiembre. Próximamente será escenificada en otros estados del país, como Yaracuy y Carabobo. Se espera además mostrar el espectáculo internacionalmente.


Un abrazo pa´l público, mi gente...


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