lunes, 1 de agosto de 2016

Llanero Eléctrico: nunca es tarde para un buen joropo.(Museo Afroamericano,31/07/2016)


foto: Mérida Marquina.

Son las 12 del mediodía. Un público bastante variopinto, aunque por lo general adulto, se encuentra desde hace una hora esperando el comienzo del espectáculo. Una audiencia que no conoce a Germain Coronado (El Llanero Eléctrico) ni a Toberías, la agrupación que lo dio a conocer hace ocho años en aquel festival que casi ganan, el Nuevas Bandas 2008. La gente ha venido en su mayoría por curiosidad. Aun no saben como suena un joropo con electricidad.

Germain Coronado tiene tiempo desarrollando, en paralelo, otras inquietudes distintas a las de su agrupación original. Conserva algunos planteamientos similares a los de Toberías, como la re-interpretación de clásicos rockeros a ritmo de 6/8 y con letras más coloquiales. No obstante, la propuesta de El Llanero Eléctrico es más sencilla en cuánto instrumentación, le permite presentarse en formato power trío (cambiando la guitarra por su cuatro eléctrico) e incluso, como un trovador solitario y acústico.

En “El Llanero Eléctrico” hay además hay espacio para cosas más serias. Si bien, se promociona como una mezcla de concierto con stand-up comedy, también hay lugar para letras melancólicas y hasta de crítica social. Como power trío se puede decir que es algo así como una “super banda del underground venezolano”, pues, quienes acompañan a Germain son el baterista del grupo maracayero Skamorfosis y el bajista de la banda Petra de Pangea.

Poco después del mediodía llega , por fin, Germain al pequeño escenario, es decir una de las salas del Museo Afroamericano de Caracas. Mientras conecta sus equipos conversa con el público, contando de forma jocosa los problemas que tuvo para conseguir un micrófono. La gente se está riendo, ya siente que el espectáculo empezó aunque no haya sonado la primera canción.  El hielo se ha roto y queda la sensación de que la espera no ha sido en vano.

Durante más de una hora se escuchan acordes no sólo de joropo-eléctrico, sino también algo de electro-cumbia, funk y hard-rock ejecutados con ayuda del cuatro. La ausencia de arpa, propia del joropo tuyero, es compensada con la técnica del cuatro punteado, creando un efecto sonoro similar. Alguien ha repartido algo de cocuy entre los asistentes, lo cual anima a la gente junto con la música. Todos quieren bailar, pero quizás tienen miedo, al ser caraqueños, de no hacerlo tan bién como la gente del Llano o los Valles del Tuy. De todas maneras, la audiencia se anima a acompañar la música con aplausos y cantos.

La mayoría del repertorio está compuesto por covers muy personales. All Apollogies de Nirvana contiene una letra que habla sobre el exilio de los venezolanos, y se aleja del tono chistoso del repertorio. Eleonor Rigby, de The Beatles,es reinventada a 6/8, y suena un poco a Onda Nueva. Riders on the Storn, de The Doors, suena en plan electro-cumbia. Dani California de los Red Hot es fiel en estructura a la original. Las letras por supuesto han sido modificadas, hablan de temas como el desamor, la cotidianidad o la situación del país. Otro par de temas de cosecha propia, que ya formaban parte de Toberías, hacen reir a los asistentes. No hay luces, no hay video-arte, pero el histrionismo de Coronado y sus “zapateos” joroperos son suficientes para atraer la atención del público.

Luego de casi hora y media nadie desea marcharse. La agrupación (o proyecto solista) de Coronado se despide, pero el público quiere oir más música. Cierran con una versión de Black Dog de Led Zeppellin, que sirve de excusa para recitar una copla. Ante la insistencia, deben tocar un joropo "trancao", con improvisación incluida, y unos cuántos se animan por fin a mover el esqueleto.Una puesta en escena sencilla y un escenario modesto son suficientes para impresionar a la audiencia. 

Una década después de la ley “RESORTE”sigue existiendo un público abierto a escuchar nuevas propuestas, específicamente relacionadas con fusión venezolana, las cuales no ha tenido oportunidad de conocerl Independientemente del escenario, sea el Aula Magna de la UCV o la sala de un museo, este tipo de eventos cumplen con propagar, 11 años después, una forma alternativa de música criolla que aun lucha por masificarse. Eventos como estos, donde existe un público sin prejuicios demuestran que el joropo eléctrico (o electro-joropo) sigue siendo el futuro de nuestra música. 

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